Las relaciones de Brasil con Venezuela: de la desconfianza a la alianza estratégica
Artículo de Edmundo González Urrutia, internacionalista de la Universidad Central de Venezuela.
Por muchos años, Brasil fue para Venezuela un “vecino ausente”. La sociedad venezolana veía con suspicacia ciertas pretensiones expansionistas que inspiraba el “gigante del sur”. Los gobiernos militares alimentaron tales sospechas.
Con la vuelta a la legalidad democrática en Brasil, las relaciones cobraron un nuevo ímpetu, y los niveles de cooperación alcanzan un alto grado de madurez y dinamismo que se prolongará por varios años. La década de los noventa sitúa las relaciones bilaterales en uno de sus mejores momentos respondiendo así a intereses convergentes de países vecinos.
Luego del triunfo electoral de Hugo Chávez, se perfilaron las primeras manifestaciones de lo que poco tiempo más tarde, sería la conformación de una alianza sustentada en una estrecha relación personal y coincidencias ideológicas que marcarán ocho años de una sociedad inédita en las relaciones bilaterales.
En el año 2005 se selló la “alianza estratégica” entre Brasilia y Caracas con la suscripción de acuerdos y compromisos en una amplia variedad de materias. La profundización de éstos vínculos se convirtieron en una muy privilegiada sociedad que se tradujo en un incremento del 858% de las exportaciones brasileñas a Venezuela.
Sin embargo, en el plano internacional ambos gobernantes transitaban rutas estratégicas distintas que con el tiempo acentuarían las diferencias entre ambos y el gradual distanciamiento de Lula con algunos de los presuntuosos proyectos de Chávez.
El triunfo de Dilma Rousseff coloca a las relaciones bilaterales en un escenario de expectativas. Si bien es previsible la continuidad de las líneas maestras de la política exterior, se plantean algunas hipótesis interesantes en cuanto a un nuevo relacionamiento en el plano hemisférico.
El protagonismo de Santos en la escena regional, el debilitamiento políticoinstitucional en algunos países del arco andino y el agotamiento del discurso radical de Chávez nutren las expectativas en torno a un nuevo realineamiento que será necesariamente liderado por Brasil como el país de mayor peso político, económico, geográfico y poblacional de la región suramericana.